Alimentación para la salud mental (depresión, ansiedad, estrés…)

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La alimentación puede ser un gran apoyo en la salud mental, ya que está íntimamente ligada con nuestro estado de ánimo y con trastornos como la ansiedad, el estrés crónico o la depresión. La buena noticia es que nuestras elecciones dietéticas pueden ayudarnos a prevenir estos trastornos, proveernos de energía y mejorar nuestra sensación de bienestar, no solo a largo plazo sino en el mismo momento de ingerir los alimentos.

En el último año hemos visto cada vez más visibilizada la salud mental, lo cual es muy positivo para empezar a generar estrategias para prevenir y tratar muchas enfermedades y trastornos, aunque los datos sean alarmantes. En España, 5 de cada 100 personas están diagnosticadas con depresión; también 5 de cada 100 padecen ansiedad. Además, somos de los países en Europa con un consumo más alto de ansiolíticos y antidepresivos.[1]

Este es un tema fundamental de la psicología, y desde el punto de vista de la nutrición también hay mucho que vincula alimentación saludable con una buena salud mental.

La salud mental es tan importante como la física; de hecho, no puede haber una sin la otra. En la comprensión holística de la salud y el bienestar, entendemos que todo está conectado y que las decisiones que tomemos sobre uno de nuestros cuerpos (físico, mental, emocional, energético…) van a repercutir positiva o negativamente en todos los otros.

Es por ello que la alimentación juega un papel fundamental. En otro artículo vimos cómo la alimentación puede ser medicina para nuestro cuerpo físico, y en este artículo me gustaría explorar contigo de qué manera la alimentación tiene un impacto en nuestro estado de ánimo. Cómo las decisiones que tomamos en la cocina o en el restaurante pueden influir en cómo nos sentimos e incluso derivar en trastornos como la ansiedad, el estrés crónico y la depresión o, en cambio, pueden elevar nuestro ánimo, darnos energía, prevenir enfermedades y conducirnos hacia el bienestar.

Para mí tiene mucho sentido que aquello que tiene el potencial de prevenir e incluso sanar enfermedades sea también la misma alimentación que cuida de nuestra salud mental, previniendo y revertiendo trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. Todo en la salud está ligado, y como vamos a ver a continuación, no hay un solo mecanismo ni una sola causa por la que ciertos alimentos sean más beneficiosos que otros.

Espero que el artículo te resulte útil y que, si conoces a alguien a quien pueda ayudarle, lo compartas.

Estado inflamatorio y depresión, ansiedad y estrés

La relación entre salud mental e inflamación fue observada por primera vez en 1887 por el psiquiatra Julius Wagner-Jauregg, quien obtuvo el Premio Nobel en 1927 por su trabajo, y desde entonces hemos acumulado gran cantidad de evidencia relacionando el estado inflamatorio crónico con varias alteraciones del estado de ánimo, como la depresión, ansiedad y estrés.

El estado inflamatorio crónico es el estado de alerta en que se pone nuestro cuerpo cuando ingerimos ciertos alimentos, nos ejercitamos en exceso o vivimos bajo un estrés y aceleración constantes.

En numerosos estudios vemos que las personas que sufren depresión tienen niveles altos de marcadores de inflamación como la proteína C-reactiva, y también encontramos que las enfermedades inflamatorias se asocian con tasas más altas de depresión severa, incluso en condiciones leves como asma y alergias, lo que sugiere que los síntomas relacionados con el estado de ánimo no tienen que ver simplemente con sentirnos mal porque tenemos una enfermedad (pues las condiciones más leves no suelen generar este sentimiento), sino directamente con el estado inflamatorio.

Lo que resulta más interesante aún es que es posible inducir la depresión en las personas si inducimos en ellas un estado inflamatorio; esto se ha observado al dar el interferón para ciertos cánceres o infecciones crónicas, provocando que hasta un 50% de los pacientes sufrieran depresión severa, o incluso simplemente con la aplicación de una vacuna, la inflamación posterior puede ser suficiente para causar síntomas depresivos.[2]

Si tenemos todo esto en cuenta, parece haber un gran potencial para una alimentación antiinflamatoria en salud mental, que nos ayude a prevenir los síntomas depresivos y de ansiedad derivados de la inflamación, y así parece ser. En un estudio que comenzó en 1996, se siguió a 43,000 mujeres sin depresión durante 12 años: aquellas que llevaban una dieta rica en alimentos proinflamatorios, como refrescos, cereales refinados y alimentos de origen animal, tenían mayores índices de depresión. Incluso la ingesta de pescado, que normalmente consideramos beneficioso por su contenido en omega-3, resultó afectar negativamente, ya que estaba asociado con mayores niveles de inflamación.[3]

Otro interesante estudio de 2012 encontró que eliminar los productos de origen animal mejoraba el estado de ánimo en dos semanas, y los investigadores relacionaron este hecho con la reducción de ácido araquidónico, que se encuentra principalmente en el pollo y los huevos.[4] En cambio, niveles altos de ácido araquidónico han sido asociados con un incremento del riesgo de suicidio de un 45% y de episodios graves de depresión de un 47%.[5]

El ácido araquidónico es un ácido graso derivado del omega-6 que encontramos principalmente en alimentos de origen animal, y también en los aceites vegetales en menor medida. Aunque el aceite vegetal (coco, onagra, palma rojo, oliva virgen extra, colza, borraja, maíz, girasol, soja…) sea omega-6, solo una de cada seis partes se destinará en nuestro organismo a la síntesis de ácido araquidónico, por lo que no es lo mismo consumir omega-6 proveniente de fuentes vegetales que de fuentes animales.

Al comer alimentos ricos en ácido araquidónico, como pollo, huevos y otros productos animales, desencadenamos una cascada de reacciones químicas en nuestro cuerpo. Estas reacciones conducen a un aumento de los mediadores inflamatorios que circulan en el torrente sanguíneo, con el resultado de una inflamación general o una respuesta inmunitaria hiperreactiva. Cuando la inflamación llega al cerebro, surgen sentimientos de ansiedad, estrés y depresión, y esto tiene un impacto en la salud mental. Las personas que evitan los alimentos con alto contenido de ácido araquidónico tienden a reportar un estado de ánimo más feliz y positivo y una mejor salud a todos los niveles.

En cambio, una alimentación basada en vegetales integrales sin procesar puede ayudar a combatir estados de ánimo y trastornos psiquiátricos gracias a los compuestos antiinflamatorios que contiene, al mismo tiempo que desplaza de la dieta a otros alimentos perjudiciales. Esta dieta se ha observado que puede reducir los niveles de proteína C-reactiva en un 30% en solo dos semanas, debido a las propiedades antiinflamatorias de los antioxidantes.[6] El consumo frecuente de alimentos vegetales está relacionado con una reducción del 60% de las probabilidades de sufrir depresión.[7]

Omega-3 y salud mental

Uno de los consejos más escuchados sobre nutrición y salud mental, especialmente en relación a la depresión, es aumentar el consumo de ácidos grasos omega-3, sobre todo a través de pescados grasos.

Si bien los efectos antiinflamatorios de los ácidos grasos omega-3 podrían ser válidos, la evidencia científica con la que contamos actualmente nos indica que una dieta libre de pescado y otros los productos de origen animal es la mejor opción para mejorar la salud mental.

Un ensayo controlado aleatorio del 2009 asignó a los participantes a tres grupos. El grupo de control mantuvo una dieta con ingesta regular de productos de origen animal, el grupo de pescado consumió de tres a cuatro porciones de pescado y mariscos por semana, pero restringió la carne y las aves, y el grupo vegetariano restringió la mayoría de los productos de origen animal. El ensayo duró solo dos semanas y mostró que el grupo vegetariano tenía mejoras estadísticamente significativas en las puntuaciones del perfil del estado de ánimo (POMS) y en la escala de depresión, ansiedad y estrés (DASS). Por otra parte, aunque los participantes en el grupo de pescado aumentaron su consumo de ácidos grasos omega-3, los niveles de ácido araquidónico se mantuvieron más altos que los que siguieron una dieta vegetariana y su puntuación sobre el estado de ánimo no mostraron cambios significativos desde el inicio.[8]

Un estudio transversal sobre los adventistas del Séptimo Día de Loma Linda, California, encontró resultados similares. A pesar de los niveles más bajos de grasas omega-3, ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA) en sus dietas, los adventistas que siguen una dieta vegetariana informaron un perfil de estado de ánimo más favorable que los omnívoros. Aunque el pescado contiene grasas saludables EPA y DHA, también contiene grasas no saludables. La ingesta dietética de EPA y DHA no logró compensar los efectos nocivos del ácido araquidónico, el colesterol y las grasas saturadas.[9]

Una dieta basada en plantas bien planificada contiene ácido alfa-linolénico (ALA), que el cuerpo puede convertir en EPA y DHA, por lo que no hay necesidad de consumirlo de fuentes animales. Para más información sobre este tema, te recomiendo mi artículo Omega-3 en la dieta vegana: fuentes, DHA, suplementos y últimos estudios.

Triptófano y serotonina

Nuestro cerebro emplea el aminoácido triptófano para producir serotonina, una de las hormonas vinculadas al estado de ánimo; por tanto, este nutriente podría potencialmente ayudar en salud mental.

Cuando se recomienda aumentar el consumo de triptófano para mejorar la producción de serotonina, a menudo se recurre a fuentes de origen animal, pues algunas pueden tener grandes cantidades de este aminoácido. Sin embargo, grandes cantidades a veces no implican buena absorción.

Carnes como el pavo contienen el aminoácido, pero el cuerpo puede tener dificultades para convertirlo en serotonina. La competencia de otros aminoácidos evita que el triptófano entre al cerebro, lo que resulta en una baja producción de serotonina. Una comida rica en proteínas, por lo tanto, conduce a más aminoácidos en el torrente sanguíneo y más competencia por el triptófano para entrar al cerebro. De hecho, los niveles de triptófano se ven reducidos en hasta un 22% a las dos horas de consumir pavo; en cambio, con una comida alta en carbohidratos complejos, los niveles de triptófano aumentan en un 15%.[10]

Los científicos han descubierto que las comidas ricas en carbohidratos promueven un aumento en la producción de insulina, lo que permite que las células musculares absorban aminoácidos competitivos. Esto facilita que el triptófano cruce la barrera hematoencefálica, aumentando los niveles de serotonina en el cerebro. Esto puede explicar la asociación entre la depresión y los antojos de carbohidratos.

Un enfoque saludable para tener niveles ideales de triptófano en el cerebro es centrarse en las proteínas vegetales junto con cantidades generosas de carbohidratos complejos, como verduras, frutas, cereales integrales y legumbres. Con este patrón establecido, se produce suficiente serotonina para mantener la sensación de bienestar.

Las mejores fuentes vegetales de triptófano son las verduras de hoja verde, semillas de girasol, berros, soja, semillas de calabaza, champiñones, brócoli y guisantes.

Inhibidores de la MAO y la depresión

La teoría más extendida sobre el funcionamiento de la depresión es la teoría de la monoamina, que establece que la depresión está relacionada con un desequilibrio químico en el cerebro. Cierta clase de neurotransmisores, las monoaminas, entre las que se encuentran la serotonina y la dopamina, son gestionados por la enzima monoamino oxidasa (MAO) y descompuestos cuando se produce un exceso de estos.

Se ha visto que las personas que están deprimidas tienen niveles elevados de la enzima MAO en el cerebro, por lo que según esta teoría, la depresión y otros trastornos de salud mental pueden estar causados por niveles anormalmente bajos de monoaminas, lo que a su vez puede deberse a niveles elevados de la encima que los elimina, la MAO.

Es por este motivo que ciertos antidepresivos funcionan como inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO). Sin embargo, este tipo de antidepresivos son considerados de último recurso, ya que pueden tener efectos secundarios graves. Estos efectos se producen en su interacción con la tiramina, un aminoácido que ayuda a regular la presión arterial y se encuentra en muchos tipos de alimentos (queso curado, carne curada o ahumada, fermentados, ciertas salsas, soja y derivados, frutas secas o sobremaduradas, bebidas alcohólicas…), por lo que consumir estos alimentos junto con el IMAO se vuelve peligroso e incluso mortal.[11]

Pero no solo los antidepresivos pueden tener este efecto de inhibición de la MAO. Hay un gran número de alimentos vegetales y especias que contienen fitonutrientes que inhiben naturalmente la MAO, especialmente los que contienen quercetina o luteolina, alimentos como las manzanas, alcaparras, frutos del bosque (bayas, arándanos, frambuesas…), uvas, cebollas, limones, pimientos, té verde, cilantro, clavo, orégano, canela y nuez moscada. Esto puede ayudar a explicar porqué los que tienen una alimentación rica en plantas tienen tasas más bajas de depresión y mejores índices de salud mental en general.

Incluso en el día a día, los estudios han demostrado que cuanto más frutas y verduras comemos, más felices, tranquilos y enérgicos podemos sentirnos durante el día, y esta positividad puede prolongarse hasta el día siguiente.

Probióticos, prebióticos y salud mental

Otro mecanismo por el cual la alimentación basada en plantas puede ayudar en salud mental y a regular el estado de ánimo es a través de los probióticos (las llamadas “bacterias buenas”) y los prebióticos (fibra de la que se alimentan las bacterias buenas).

Las bacterias buenas que se encuentran en nuestro intestino son las responsables de producir hasta el 95% de la serotonina de nuestro organismo, aunque esta serotonina producida en el intestino no puede cruzar la barrera hematoencefálica (no entra en el cerebro), sino que cumple su función dentro del intestino. Aunque esto sea así, se ha observado que una microbiota saludable tiene un fuerte impacto positivo en la salud mental, posiblemente a través del llamado eje intestino-cerebro, una importantísima conexión bidireccional entre estos dos órganos.

En las últimas décadas se ha visto crecer la investigación en trasplantes fecales, que funcionan mediante la introducción de materia fecal de un donante con un microbioma sano en el intestino de una persona con alguna enfermedad o trastorno. Está arrojando muy buenos resultados en el tratamiento de colitis ulcerosa y otras enfermedades intestinales,[12] pero también, y de forma sorprendente, puede resultar un tratamiento complementario de diversos trastornos.

Según una revisión de 21 estudios sobre el impacto de los trasplantes fecales en la salud mental, “todos los estudios han encontrado una disminución de los síntomas depresivos y de ansiedad y comportamientos asociados tras el trasplante de una microbiota sana. También se ha visto lo opuesto: la transmisión de síntomas depresivos y de ansiedad y comportamientos asociados tras el trasplante de la microbiota de un donante con enfermedad psiquiátrica a un receptor saludable”[13]

Sin embargo, en la mayoría de estos estudios la transmisión fecal se ha hecho desde donantes humanos a receptores animales, pues la ética científica no permite introducir un microbioma potencialmente dañino, que pueda causar síntomas depresivos o similares, en personas sanas. Este campo de investigación es aún joven y no hay muchos estudios de buena calidad, más allá de informes de casos aislados con buenos resultados. En uno de estos informes, dos personas redujeron en gran medida sus síntomas depresivos durante cuatro semanas tras el trasplante;[14] en otro informe, una persona revirtió su condición de trastorno bipolar.[15] Estos casos de éxito indican una dirección en la que seguir investigando.

Otra vía de investigación está relacionada con la presencia o ausencia de ciertas bacterias y determinados desórdenes psiquiátricos. Cantidades abundantes del género Bacteroides se han correlacionado negativamente con la depresión (a mayor cantidad de este género de bacterias, menos indicios de depresión),[16] mientras que el género Clostridioides parece ser el más fuertemente vinculado con trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, autismo y anorexia: los niveles bajos de esta bacteria están relacionados con una disfunción del metabolismo de los aminoácidos y los carbohidratos, lo que repercute negativamente en estos trastornos.[17]

La mejor manera de garantizar unos niveles equilibrados de bacterias buenas en nuestro intestino es mediante una alimentación alta en prebióticos, cuya fermentación en el colon es el alimento de estas bacterias. Los prebióticos se pueden encontrar en forma de fibra, almidón resistente y compuestos polifenólicos y flavonoides, y son el combustible para los probióticos que se encuentran en el intestino, ayudando a mantener el equilibrio correcto entre las bacterias buenas y malas, lo que garantiza que la respuesta inflamatoria se mantenga controlada.

Por otro lado, el consumo de alimentos probióticos (fermentados como el chucrut, kéfir, kombucha…) nos provee de bacterias beneficiosas, lo cual también es un aporte de salud intestinal.

Una alimentación basada en plantas sin procesar es naturalmente alta en fibra. Los cereales integrales, frutos secos, verduras, legumbres, alcachofas, col, cebollas, ajo, espárragos e incluso los plátanos son alimentos especialmente ricos en prebióticos.

Los prebióticos nos ayudan a mantener la importante diversidad de bacterias que ya existen en nuestro cuerpo. La diversidad es clave, y consumir productos que solo tienen un tipo de prebiótico, como la fibra de maíz soluble o inulina de raíz de achicoria no va a alimentar la gran variedad de probióticos en nuestro intestino, así que es importante que incluyamos todo tipo de alimentos ricos en fibra.

Todavía se necesita mucha investigación en este campo, especialmente a la hora de prescribir prebióticos y/o probióticos en forma de suplementos (y más aún para realizar trasplantes fecales); sin embargo, la misma dieta que alivia el estado inflamatorio, incrementa los niveles de triptófano y nos carga de antioxidantes es una dieta probiótica y prebiótica, de modo que si el microbioma tiene un papel en nuestra salud mental más importante del que sospechamos, la misma dieta rica en verduras y fibra que nos alimenta a nosotros estará alimentando también a nuestras bacterias y ayudando a mejorar nuestro estado de ánimo.

Si te interesa saber más sobre este tema, te recomiendo mi artículo Probióticos y prebióticos: qué són, fuentes, cuándo tomarlos y cuándo no.

El agua y el estado de ánimo

El agua es fundamental para la salud, pero no solo para la salud física, sino también para la emocional y mental.

A nivel mental, el rendimiento cognitivo, claridad mental, capacidad de concentración y estado de alerta se ven negativamente influidos por la falta de agua. Incluso una deshidratación menor, como la que puede causar hacer ejercicio en un día caluroso, se ha observado tener un efecto negativo en estas funciones.[18]

A nivel emocional y de estado de ánimo, la deshidratación parece estar relacionada con la fatiga, la somnolencia, niveles más bajos de energía, una disminución del estado de alerta y una mayor confusión. [19] Por suerte, tan pronto como ingerimos agua y corregimos la deshidratación, estos efectos parecen desaparecer; la absorción del agua que le faltaba al organismo no lleva más de veinte minutos en total, aunque a los cinco minutos ya podemos empezar a notar el efecto.

Las investigaciones han relacionado la deshidratación con la depresión y la ansiedad porque la salud mental depende principalmente de la actividad del cerebro, y el agua es un nutriente que el cerebro necesita. La deshidratación provoca que el funcionamiento del cerebro se ralentice y no funcione correctamente.

La deshidratación está conectada con la depresión y la ansiedad de muchas maneras; de hecho, uno de los síntomas resultantes de la deshidratación crónica es la depresión.

La deshidratación impide la producción de energía en el cerebro, por lo que la ausencia de agua provoca que muchas de las funciones del cerebro se vuelvan ineficientes e incluso puedan apagarse. La depresión se relaciona con frecuencia con niveles bajos de serotonina, que se crea a partir del aminoácido triptófano, pero para realizar este proceso se necesita suficiente agua. La deshidratación también puede afectar negativamente a otros aminoácidos, lo que provoca sentimientos de abatimiento, insuficiencia, ansiedad e irritabilidad.

Al igual que con la depresión, la deshidratación rara vez causa ansiedad por sí misma, pero no beber suficiente agua nos pone en riesgo de tener más síntomas de ansiedad ahora y posiblemente desarrollar niveles más altos de ansiedad en el futuro. La deshidratación causa estrés y, cuando nuestro cuerpo está estresado, experimenta síntomas de depresión y ansiedad.

¿Cómo sabemos si estamos deshidratados? Una medida fácilmente comprobable es observando nuestra orina. La frecuencia con la que orinamos y el color nos indicarán si estamos bien hidratados: si la orina es de color claro y si orinamos entre cuatro y siete veces o más al día, probablemente estemos bien hidratados. Otros signos que indican deshidratación son: sequedad de la piel o de los labios, dolor de cabeza, fatiga y músculos tensos, mal aliento, pulsaciones altas, respiración rápida y superficial, fiebre y tener la mente nublada.

Incorporar un buen vaso de agua en nuestra rutina, ingerido tranquilamente y con nuestra plena atención, es tan saludable para nuestro cuerpo físico como para nuestro bienestar psíquico, una señal de que todo está bien, podemos parar y relajarnos. Deberíamos considerar el agua como uno de los nutrientes esenciales de nuestra dieta, incluso el más importante.

Resumen

Una alimentación rica en vegetales integrales (whole food plant-based) nos ayuda de varias maneras a mejorar nuestro estado de ánimo. Por un lado, nos aporta gran cantidad de antioxidantes, con acción antiinflamatoria, y gracias a ciertos fitoquímicos como la quercetina (en cebollas, kale, té verde…), una dieta basada en plantas ayuda a regular la MAO, una enzima encargada de eliminar los neurotransmisores asociados al estado de ánimo (serotonina, dopamina y norepinefrina). Por otra parte, nos puede resultar interesante añadir más alimentos vegetales que contengan altas cantidades de triptófano, precursor de la serotonina.

Además de incluir más alimentos vegetales, es buena idea eliminar tanto como sea posible los alimentos que contengan ácido araquidónico, como son la mayoría de alimentos de origen animal.

Incluir en nuestra dieta alimentos de origen vegetal ricos en omega-3 (semillas de lino o chía, nueces…) puede ser beneficioso, pero no es así con el pescado. Los potenciales efectos positivos derivados del omega-3 que contiene el pescado son contrarrestados por el estado inflamatorio que provoca. En caso de que queramos asegurarnos del máximo aporte de omega-3 si nuestro ratio de absorción es bajo, podemos recurrir a cápsulas de aceite de microalgas.

Parece ser que el microbioma también puede jugar un papel importante en la salud mental. La misma dieta que nos provee de antioxidantes es también la que alimenta a las bacterias buenas en nuestro intestino, así que podemos reclutar la ayuda de estas formidables aliadas llevando una dieta rica en fibra.

También es importante prestar atención a la cantidad de agua que consumimos. La deshidratación puede tener un impacto negativo en el estado de ánimo, por lo que el sencillo gesto de beber un vaso de agua, unido al acto de tomar una pausa de nuestro ajetreo diario, prestar atención a nuestro cuerpo y emociones, puede ser al mismo tiempo una meditación y una medicina.

Todo está relacionado: una buena alimentación, rica en verduras y alimentos integrales, nos ayuda no solo mediante un mecanismo, sino que parece estar involucrada en multitud de procesos que benefician a nuestra salud, tanto física como mental.

Referencias

  1. «Datos de salud mental en España». RTVE, 2021, https://www.rtve.es/noticias/20211215/datos-salud-mental-espana/2238590.shtml.
  2. Rosenblat, J. D. et al. «Inflamed moods: a review of the interactions between inflammation and mood disorders». Prog Neuropsychopharmacol Biol Psychiatry. 2014 Aug 4;53:23-34.
  3. Lucas M. et al. «Inflammatory dietary pattern and risk of depression among women». Brain Behav Immun. 2014 Feb;36:46-53.
  4. Beezhold, B. L. y Johnston, C. S. «Restriction of meat, fish, and poultry in omnivores improves mood: A pilot randomized controlled trial». Nutr J 2012 11:9.
  5. S. Vaz, Juliana et al. «Omega-6 fatty acids and greater likelihood of suicide risk and major depression in early pregnancy». J Affect Disord. 2014 January ; 0: 76–82.
  6. Jenkins D. J. et al. «Effects of a dietary portfolio of cholesterol-lowering foods vs lovastatin on serum lipids and C-reactive protein». JAMA. 2003 Jul 23;290(4):502-10.
  7. Tsai, A. C. et al. «Frequent consumption of vegetables predicts lower risk of depression in older Taiwanese – results of a prospective population-based study». Public Health Nutr. 2011 15(6):1087-1092.
  8. Beezhold B. L., Johnston C. S., Daigle D. R. «Preliminary evidence that vegetarian diet improves mood». American Public Health Association Annual Meeting 7-11, 2009.
  9. Beezhold B. L., Johnston C. S., Daigle D. R. «Vegetarian diets are associated with healthy mood states: a cross-sectional study in seventh day adventist adults». Nutr J. 2010;9:26.
  10. Wartman, Richard et al. «Effects of normal meals rich in carbohydrates or proteins on plasma tryptophan and tyrosine ratios». Am J Clin Nutr 2003;77:128–32.
  11. Anderson, M. C. et al. «Monoamine oxidase inhibitors and the cheese effect» Neurochem Res. 1993 Nov;18(11):1145-9.
  12. Moayyedi, Paul et al. «Fecal Microbiota Transplantation Induces Remission in Patients With Active Ulcerative Colitis in a Randomized Controlled Trial». Gastroenterology. 2015 Jul;149(1):102-109.
  13. Chinna Meyyappan, A., Forth, E., Wallace, C.J.K. et al. «Effect of fecal microbiota transplant on symptoms of psychiatric disorders: a systematic review». BMC Psychiatry 20, 299 (2020).
  14. P. K. Doll, Jessica et al. «Fecal Microbiota Transplantation (FMT) as an Adjunctive Therapy for Depression—Case Report». Front. Psychiatry, 17 2022.
  15. Parker, Gordon et al. «Faecal microbiota transplantation for bipolar disorder: A detailed case study». Bipolar Disorders, 2022, 00:1-5.
  16. Strandwitz, Philip et al. «GABA Modulating Bacteria of the Human Gut Microbiota». Nat Microbiol. 2019 Mar; 4(3): 396–403.
  17. Jingjing Li et al. «Clostridiales are predominant microbes that mediate psychiatric disorders». Journal of Psychiatric Research 130, 2020, 48-56.
  18. Sécher, M. Ritz, P. «Hydration and cognitive performance». J Nutr Health Aging. 2012 Apr;16(4):325-9.
  19. Pross, N., et al. «Influence of progressive fluid restriction on mood and physiological markers of dehydration in women». Br J Nutr. 2013 Jan 28;109(2):313-21.

Asesor en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente

En salud siempre es mucho más positivo y duradero aplicar un enfoque holístico, que trabaje no solo el cuerpo físico sino también todos los demás. Si queremos mejorar nuestro estado de ánimo o ayudar a nuestros clientes con su depresión, estrés o ansiedad, la mejor manera es considerar a la persona como un todo y realizar un abordaje que va desde lo físico (la comida, el ejercicio) a lo mental-emocional (hábitos, comportamientos, creencias…) y en la dirección opuesta. No importa desde dónde partamos, sino que integremos todas las partes de la persona.

En la formación de Asesor en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente hacemos un gran hincapié en observar a la persona como un todo y proporcionarle herramientas con las que cuidar tanto su nutrición física como la emocional, además de aprender técnicas que inciden también sobre el cuerpo energético, como la Auriculopuntura, y disciplinas como la Medicina Tradicional China, que nos enseñan la relación entre órganos y emociones.

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