Reclamando el placer como brújula: conecta con tu propósito

Las personas disciplinadas y con fuerza de voluntad son las que tienen éxito en la vida. Se nos ha enseñado que debemos levantarnos pronto y esforzarnos día tras día en conseguir nuestros objetivos, sin importar cómo nos sintamos. Hacer deporte a diario, comer bien, meditar todos los días, trabajar ocho horas, seguir un horario de comidas, limitar las horas de televisión y móvil, irnos temprano a la cama y levantarnos pronto…

 

Creemos que para tener éxito hay que ser disciplinado y hacer todas estas cosas, todo el tiempo. Pero esto a veces implica que dejamos de escuchar a nuestro propio cuerpo, nuestros ritmos y necesidades.

 

El exceso de disciplina implica también que reprimimos lo que nos causa placer, lo que nos apetece de verdad. Porque el placer es problemático. El placer en nuestra sociedad moderna tiene una dimensión destructiva que nos aleja de la felicidad, pues está asociado al exceso de drogas, alcohol, atracones de comida, abuso, lujo desaforado, violencia, sexo con poca consciencia, procrastinación y otros problemas como estar enganchados a pantallas consumiendo redes sociales, series y videojuegos todo el día.

 

Este tipo de placer es una trampa. Es un placer que dura poco y enseguida nos pide otro “chute”. Es el placer que nos provoca la alimentación emocional cuando recurrimos al bote de helado para acallar una emoción incómoda como la tristeza. Es un placer sucedáneo, que no es un sustituto del placer real de una conversación estimulante, una conexión íntima, un momento de juego espontáneo, un abrazo, la belleza de una puesta de sol, el sentimiento de saber que tu trabajo importa y sirve para crear un mundo mejor.

 

Pero hay otro placer, al que llamamos goce, que resulta de estar alineadas con nuestro propósito, siguiendo nuestros valores y haciendo lo que disfrutamos y se nos da bien. Un placer que viene de satisfacer realmente nuestras necesidades de conexión, creatividad, juego, intimidad, servicio, sentido vital.

 

La mayoría de las personas no están viendo sus necesidades reales satisfechas, y es por eso que vemos tanta depresión, ansiedad y estrés en el plano de la salud mental, y tantos desórdenes físicos como trastornos digestivos y enfermedades autoinmunes. La causa de nuestras enfermedades es multifactorial: hay tanto factores físicos como mentales, emocionales, energéticos y espirituales, y sin duda uno de los factores más importantes es el tipo de vida que estamos viviendo, desconectada de nuestras verdaderas necesidades y deseos.

 

En este artículo te propongo una reflexión sobre el placer y cómo volver a conectarte con él para disfrutar plenamente de tu vida y encontrar tu propósito.

Reconecta con el placer, aprende a escucharte

Estamos desconectados de nuestros propios deseos. Desde pequeños nos han enseñado a no escuchar los ritmos de nuestro cuerpo (cuándo queremos comer, dormir, jugar, estar con otras personas o estar en soledad… y cuándo tenemos energía para trabajar, estudiar y hacer otras labores). Hemos aprendido a seguir los ritmos que marcaba el reloj, nuestros padres, la escuela… porque así es como funciona la sociedad y así es como podremos ser personas productivas.

 

 

Recuperar la conexión con nuestros ritmos y nuestros deseos necesita que prestemos atención a lo que genuinamente necesitamos y nos lo demos.

 

Una de las áreas en las que menos solemos escucharnos es en la alimentación. La mayoría de nosotras comemos siguiendo un horario o por hambre emocional, cuando una emoción nos abruma y queremos distraernos de ella. Cuando empezamos a prestar atención a lo que pasa en nuestro interior, vamos a ver que el hambre real aparece mucho más tarde de lo que la mayoría de nosotras estamos acostumbradas a comer, sobre todo si solemos hacer cinco comidas al día. Otro problema en este área es acostumbrarnos a los alimentos hiperestimulantes que nos alejan de lo que es bueno para nuestro cuerpo.

 

Otra de las áreas en las que no solemos escucharnos es la del descanso. Llevadas por las exigencias externas o internas, estamos trabajando por encima de nuestra capacidad y descansando poco o mal. El descanso verdadero necesita relajación tanto física como mental. Aunque las redes sociales y las series de televisión son actividades en cierto modo pasivas, en realidad no nos aportan el descanso que necesita nuestro cerebro; de hecho, lo estimula más y nos cansan más. Una alternativa saludable es hacer algún tipo de meditación o respiración que nos ayude a relajarnos, como la meditación de escaneo corporal que encontrarás en mi canal.

 

Otra área común en la que no solemos prestar atención a lo que queremos de verdad es la del juego y la creatividad. Llevadas por la montaña de tareas que tenemos (muchas veces autoimpuestas), no dejamos espacio para hacer todas esas otras actividades que no tienen una fecha límite ni nos hacen avanzar en ningún objetivo pero que son lo que más conecta con nuestro corazón. De niñas poníamos estas actividades en primer lugar porque nos hacían felices: pintar, dar un paseo, quedarnos embobadas con las plantas, bailar, jugar con cualquier cosa, subirnos a un columpio…

 

¿Cuántas actividades que simplemente te dan placer haces en tu día a día? Si son pocas o ninguna, mira dentro y reencuéntrate con tu niña interior. Ella todavía recuerda lo que te hacía feliz de verdad.

 

Practica la consciencia en lo que te da placer

Uno de los problemas habituales de satisfacer nuestras necesidades con placeres fugaces y dañinos como fumar, comer alimentos hiperestimulantes (altos en grasas y/o azúcares) o darnos un atracón de series o redes sociales es que solemos encadenar unos placeres con otros y nunca llegamos a sentirnos conscientemente en la incomodidad y el malestar que nos generan.

 

Por ejemplo, cuando nos comemos una tarrina entera de helado, nuestro estómago inmediatamente va a empezar a protestar, pero acallamos esa protesta distrayéndonos con el móvil o haciendo alguna tarea que nos mantiene ocupadas. Saltamos de un hábito poco saludable a otro en lugar de sentir plenamente la totalidad de esa acción.

 

Practicar la consciencia sería la manera de frenarnos y reducir la dependencia de esos hábitos hiperestimulantes y potencialmente dañinos. Una tarrina de helado nos da placer, pero si lo comemos con total consciencia, saboreando cada cucharada, vamos a ver que nos cansamos mucho antes de acabárnoslo. También vamos a poder experimentar plenamente la parte negativa de ese placer, una parte que habitualmente tapamos con otros placeres. Al ser conscientes de esta parte negativa (el dolor de estómago), el deseo de comer helado disminuirá porque nuestra consciencia abarcará no solo el placer fugaz de las primeras cucharadas sino también la consecuencia.

 

Trae un estado meditativo a los hábitos que crees que ya no te sirven. Observa cómo te sientes antes, durante y después. Es importante que no saltes a hacer otra cosa después de acabar con el hábito, simplemente obsérvate amorosamente, sin juicio.

¿Realmente es tan placentero como prometía? Posiblemente lo fue durante un instante pero se esfumó al poco tiempo, dejándote en una cierta incomodidad o malestar. Si integras este conocimiento, cada vez que el impulso de ese hábito vuelva te será más fácil recordar que el cómputo total de placer era negativo, y serás libre de decidirte por otra cosa más saludable.

 

O por no hacer nada, que es indispensable para poder conectar con lo que de verdad te da placer.

La importancia del no hacer

Quizá en este proceso de reencontrarte con lo que te da placer de verdad observes que hay pocas o ninguna actividad en tu vida que te llene de goce, o siquiera que te guste. Muchas personas viven llevadas por la inercia de lo que tienen que hacer y pocas veces se preguntan lo que quieren hacer.

 

Si este es tu caso, lo mejor que puedes hacer cuando no sabes qué quieres es no hacer nada. No hacer y observar. Tal vez durante días, semanas o incluso meses. Será incómodo, te aburrirás, querrás recurrir a todas esas cosas con las que habitualmente te distraes pero que no te sacian, pero el no hacer es un requisito indispensable para que surja la voz interior que te susurra lo que realmente es para ti.

 

En la filosofía taoísta se da una gran importancia a la no-acción, wu wei, un tipo de acción sin esfuerzo que surge naturalmente de nosotras cuando estamos alineadas con lo que realmente es necesario. Para que la no-acción surja no podemos estar constantemente ocupadas, tenemos que estar en actitud contemplativa.

 

Acción y contemplación van de la mano. Si actuamos impulsivamente, encendiendo la tele nada más llegar a casa o cogiendo el móvil siempre que nos sentamos en el metro, perderemos la oportunidad de estar presentes en este momento único de nuestra vida, y esa presencia es indispensable para poder escuchar nuestra propia voz. Si siempre llenamos nuestra mente de las voces de los demás, parece que aprendemos mucho, pero integramos poco porque no tenemos el tiempo de asimilación necesario para aplicarlo a nuestra vida.

 

La acción correcta nace de la contemplación. Sin ella, nos lanzamos a repetir rutinas que no nos hacen bien o a copiar lo que hacen los demás. ¿Qué es lo que realmente me gusta a mí? ¿Qué es lo que a mí me da placer? ¿Cómo puedo poner mis dones y talentos al servicio de los demás y disfrutar con el proceso, dedicándome a mi propósito vital?

Placer y propósito vital

El placer genuino, el goce auténtico, viene de la satisfacción de deseos profundos como el de la conexión, intimidad, creatividad, juego, servicio, sentido vital… Por eso la búsqueda del placer va de la mano de la búsqueda del propósito vital.

 

Lo que a mí me da placer es trabajar con personas y ayudarlas a re-descubrirse a través de la alimentación consciente y la nutrición emocional. Hago consultas, talleres y formaciones enfocados a la alimentación y al crecimiento personal y mi trabajo me llena profundamente. Puedo pasarme horas y horas en la cocina o en clase con mis alumnas y después en casa preparando nuevas sesiones porque para mí es enormemente placentero, y no dejo de aprender nunca sobre este tema.

 

Esto es lo que a mí me da placer, pero no es lo que da placer a otras personas que tienen otras habilidades y propósitos. Me viene el ejemplo una de las chicas de mi equipo, María. María es una apasionada de las métricas, el análisis de anuncios y la gestión de redes sociales. Un tema que para otras personas puede resultar difícil o aburrido, ella lo disfruta enormemente y consigue transmitir su pasión por él. Trabajar con personas y hacer que sus negocios digitales crezcan es donde ha encontrado el mayor placer y su propósito.

 

¿Qué es aquello por lo que estarías dispuesta a trabajar aunque no te pagaran nada? Esta es una buena pregunta para empezar a orientarte hacia lo que te da goce. Esto no significa que debas hacerlo gratis —tendrás que encontrar tu modelo de negocio, si es un negocio lo que tienes en mente—, pero es el mejor punto de partida para saber cuál es tu mayor fuente de placer y felicidad.

 

En el artículo Revisión de tu propósito: 10 preguntas para inspirarte te doy más ideas para buscar dónde el placer y el propósito se tocan en tu vida.

 
Conclusión

La brújula del placer es lo que nos guía hacia la supervivencia y el disfrute de la vida, lo que nos hace comer, reproducirnos, descansar, jugar, conectar con otros…

 

Esta brújula para muchas de nosotras parece que se ha estropeado y que señala siempre hacia aquellos hábitos que son dañinos. Sin embargo, la brújula está bien, lo que sucede es que no estamos buscando lo que realmente nos da placer, sino que nos conformamos con lo que nos han dicho que es la felicidad. En cambio, si prestamos atención a lo que de verdad nos da goce y somos conscientes de lo que nos daña, podemos recuperar la confianza en nosotras mismas y en nuestra brújula y encaminarnos así hacia la vida plena que estamos llamadas a vivir.

 

La brújula nos va a conducir hacia algo que no es bueno únicamente para nosotras sino también para los demás, porque lo que genuinamente nos da placer no son placeres egoístas y destructivos (sucedáneos para nuestras necesidades profundas) sino actividades que despiertan nuestro goce y alegría, como construir algo bello, cocinar con amor, cuidar del ecosistema, jugar con los peques (y los no tan peques), contemplar la naturaleza, hacer un trabajo que sintamos que aporta al bien común…

 

Como dicen Marta y Andreu de Permaprendices, La revolución será placentera o no será.

¿Qué te daría placer aprender hoy?

Las formaciones que dirijo, Cocina vegetariana y saludable y Asesor/a en Nutrición Emocional y Alimentación Consciente, están basadas en lo que a mí me gustaría recibir y lo que me da placer compartir.

 

En marketing se habla mucho de buscar los “puntos de dolor” de los potenciales clientes y ofrecerles la solución a su problema. No me gusta esta manera de abordar a las personas y sus necesidades. Confío más en que nazca de ellas el deseo genuino de conocerse mejor y de transformarse, de divertirse y aprender cosas nuevas, de encontrar placer en la aventura de vivir.

 

Hay miles de propuestas ahí fuera y sé que las mías solo son para unas pocas personas. Personas que resuenan con lo que cuento y que se sienten llamadas.

No es que no tenga en cuenta lo que necesita la gente ni ofrezca soluciones. Cocina está claramente orientada a mejorar la alimentación de las personas, y una buena alimentación es la base de una salud plena y duradera. NEAC ofrece una mirada holística para que los problemas a los que nos enfrentamos se entiendan a un nivel más profundo y puedan sanarse de forma integral.

 

Sin embargo, lo más importante de todo lo que hacemos es disfrutar. Aprendemos cocina porque es divertido, gozoso, creativo, revitalizante… Y aprendemos herramientas para el autoconocimiento porque cada una de ellas nos desvela una parte nueva del ser humano y nos hace maravillarnos de nuestra propia complejidad, belleza, inteligencia, resiliencia.

 

Mi propuesta con NEAC y Cocina es que vengas para pasártelo bien, para encontrar tu fuente de placer y de goce. Es volver a ser pequeñas y maravillarnos de lo que aprendemos sobre el mundo y el ser humano. Es juntarnos con un grupo de gente fascinante y hacer nuevos amigos que duren mucho más allá de la formación.

 

Dirigir Asesor/a en NEAC y Cocina vegetariana y saludable es uno de los mayores placeres de mi vida. Quizá aprender con nosotras también pueda ser el tuyo. ¿Te animas? Si tu respuesta es sí, escríbeme y concertaremos una entrevista previa para saber si es para ti.

 

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