Chucrut

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Ingredientes
  • 2 kg de repollo
  • 3 cucharadas de sal marina
Materiales
  • 1 bote de cristal de boca ancha o 1 vasija de cerámica esmaltada (aprox. de 4 l), o botes pequeños
  • Pesos o 1 plato pequeño que quepa dentro del bote o vasija
  • 1 envase de cristal con capacidad de 4 litros o botes pequeños
  • Tapa con airlock o paño para cubrir
Elaboración

Cortamos el repollo muy finito y vamos poniendo sal, así por osmosis vamos extrayendo el agua y evitamos que entren microorganismos indeseados. Ponemos el repollo con la sal en un bol y vamos machacando y masajeando con las manos unos 15 min hasta que haya soltado suficiente agua y lo hayamos ablandado.

Una vez lo tengamos, lo metemos en un bote grande o en botes pequeños y vamos ejerciendo presión sobre el repollo con los dedos, los puños, un mortero. Rellenamos con el agua que ha soltado hasta cubrirlo. Cubrimos el chucrut con los pesos o con el plato y un bote lleno de agua encima (limpio y desinfectado), así mantenemos el repollo totalmente sumergido. También podemos hacer esto con los «culos» del repollo o las partes más duras. Si no ha soltado demasiada agua para cubrir la col, rellenamos con una solución de 15 ml de sal por 250 ml de agua. Tapamos con una tapa con airlock o con una tapa normal que tendremos que ir tapando y destapando cada día para que no explote el bote por la presión del fermentado.

Lo ideal es dejar el chucrut en un lugar oscuro, dejar un plato debajo para que recoja el agua que irá saliendo y esperar unas semanas hasta conseguir el sabor deseado. Lo puedes dejar de 1 a 4 semanas dependiendo de la estación del año y de la intensidad de sabor que queramos. Una vez tenemos nuestro chucrut, lo pasamos a un bote esterilizado y lo metemos en la nevera. Si ha salido moho, lo retiramos con cuidado y comprobamos que el chucrut por debajo esté en buen estado.

¿Sabías que…?

El chucrut es una preparación culinaria originaria de algunas gastronomías centro-europeas como Alemania, Austria, Francia, Suiza, Hungría, Polonia y Ucrania. Su uso culinario se ha extendido a otros continentes, de América y Asia a partir del siglo XVII.​

Entre los beneficios que se atribuyen al chucrut como alimento probiótico encontramos: ayuda a mejorar la digestión y reforzar nuestro sistema inmune, ayuda a mantener un peso saludable, prevención de la diabetes tipo 2, mejora en la flora intestinal previniendo enfermedades, ayuda a la reducción de estrés y mantenimiento de la salud cerebral, y promueve la salud del corazón.

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