Cambio climático y alimentación: cuida tu salud y la del planeta

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La dieta tiene un gran impacto en nuestra salud física y emocional, pero va aún más allá: nuestras elecciones dietéticas tienen consecuencias a nivel climático y también social, pudiendo contribuir al cambio climático de forma positiva o negativa. Ningún ser humano vive aislado de todo y todos, con su vida y sus elecciones confinadas a sí mismo. Formamos parte de la naturaleza, somos naturaleza, y cada día podemos, si así lo queremos, ser sus defensores, reduciendo nuestra huella de carbono y contribuyendo también a capturar el carbono emitido y restaurar los ecosistemas.

La Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (COP26) se está celebrando en estos momentos (1-12 noviembre 2021) en Glasgow, Reino Unido. Un año más, esta conferencia no está abordando los problemas más acuciantes ni está proponiendo soluciones suficientemente enérgicas, ya que estas suponen una verdadera transformación del sistema. Entre otras cosas, el impacto de la ganadería no se ha puesto sobre la mesa, no entra en el debate, siendo este uno de los principales actores en el cambio climático y la degradación del ecosistema.

Sin embargo, que en ciertas esferas no se estén debatiendo las propuestas que necesitamos no significa que el cambio no pueda darse.

Al contrario, el cambio casi siempre se da de abajo arriba. Los movimientos populares asientan la base, y cada individuo formamos parte del movimiento popular, del movimiento de la vida. Cada día tenemos una oportunidad para cuidar de la Tierra y preservarla para las generaciones venideras.

En este artículo quiero compartir contigo algunos datos y reflexiones que me han sorprendido y me han inspirado a reducir mi consumo de alimentos de origen animal y llevar una dieta basada en plantas: cuánto contribuye la ganadería al cambio climático y a otros problemas ambientales, cuál es el coste escondido de lo que consumimos y cómo la salud del planeta y la del ser humano están íntimamente ligadas.

Espero que a ti también te inspire y te dé fuerzas para formar parte del gran cambio que ya está teniendo lugar.

La industria ganadera es uno de los principales contribuyentes al cambio climático

La mayoría de las personas, cuando pensamos en el cambio climático y los principales actores en este, nos imaginamos que en primer lugar se encuentra la industria del transporte, con todos esos tubos de escape ensuciando el aire y llenando la atmósfera de carbono. Sin embargo, hay otras industrias que se posicionan muy por delante, como es el caso de la producción de energía en general y también de la ganadería.

En el 2006, la ONU afirmó “la ganadería es uno de los dos o tres sectores que contribuyen más significativamente a los principales problemas medioambientales a todas las escalas, tanto locales como globales (…). Es fundamental que consideremos este sector a la hora de abordar problemas como la degradación de la tierra, contaminación, cambio climático, pérdida de la biodiversidad y escasez y contaminación de las aguas”. [1] En el 2010, advirtieron que el cambio global a una dieta basada en plantas era vital para evitar el hambre mundial, escasez de combustibles y los peores impactos del cambio climático. [2]

Depende de las fuentes en las que nos basemos, la industria ganadera se coloca en segunda o tercera posición respecto a la emisión de gases de efecto invernadero, o incluso en primera. Por delante se sitúan generalmente los sectores de la producción de energía y de la industria. Según estudios conservadores, la industria ganadera contribuye en un 14,5-18% de las emisiones [1], aunque otras fuentes, que revisan el ciclo de vida de estas emisiones, lo estiman tan alto como el 51%. [3] El método de pesca de arrastre de fondo por sí solo es responsable de producir la misma cantidad de emisiones que toda la industria de la aviación.[4]

En comparación, los gases de escape de los transportes son responsables del 13% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero,[5] y la industria textil contribuye en un 10%.[6]

Un informe de la Universidad de Oxford declaró que incluso si acabáramos de inmediato con el uso de combustibles fósiles, las emisiones producidas por el sector agrícola por sí solas harían imposible limitar el calentamiento a 1,5ºC e incluso podría llegarse a los 2ºC. El cambio en nuestro sistema alimentario es esencial a la hora de abordar el cambio climático y todos los otros problemas que asolan nuestro ecosistema.

El impacto de la ganadería en el ecosistema

La industria de la ganadería genera otros impactos en el ecosistema más allá de los gases de efecto invernadero. La ganadería también es uno de los principales impulsores de la deforestación, la extinción de especies, la degradación de la tierra, el agotamiento de los recursos hídricos y la contaminación.[1]

De hecho, los productos de origen animal constituyen el factor más importante en nuestra huella hídrica: alrededor de un tercio del total del agua mundial se utiliza para producir estos alimentos.[7] La industria ganadera también provoca la contaminación de ríos y acuíferos. Debido a que los animales se crían en tan altísimas densidades en las granjas industriales de hoy en día, producen más estiércol del que la tierra puede absorber como fertilizante, y los excedentes contaminan los ríos y aguas subterráneas.

Este sector, incluyendo no solo al de la producción de carne, sino también de huevos, leche y la acuicultura, emplea el 83% de las tierras agrícolas del mundo, proporcionando en cambio solo el 37% de la proteína y el 18% de las calorias.[8] Esta disparidad entre la cantidad de tierra requerida y la producción resultante nos indica que se trata de una industria poco eficiente: la carne animal no es la mejor opción para alimentar al mundo.

También hay que tener en cuenta que para alimentar a todo el mundo con una dieta rica en alimentos de origen animal, hace falta liberar tierra salvaje para la cría del ganado y para su alimentación. Sabemos que al menos el 80% de la deforestación en la Amazonia es para la cría de ganado y el cultivo de forrajes como la soja para exportar y alimentar a otros animales de granja. [9] Otro dato revelador es que el 98% de la soja que se produce en el mundo es destinada a alimentar animales y solo un 1% al consumo humano. [10] En una investigación reciente del 2019, se encontró que los incendios en el Amazonas fueron tres veces más comunes en áreas donde había ganadería.[11]

Hacer la transición a una dieta basada en plantas a escala global implicaría que podríamos alimentar todas las bocas del planeta, al mismo tiempo que reducimos las tierras agrícolas mundiales en más del 75% [8], lo que equivale en tamaño a China, Australia, Estados Unidos y toda la Unión Europea juntas. Estas áreas que ya no serían necesarias para la producción de alimentos podrían ser reforestadas, recuperando hábitats perdidos y restaurando la biodiversidad, y contribuyendo a la captura de CO2 mediante nuevos espacios verdes. Al devolver las tierras de ganadería a la naturaleza, podríamos eliminar el equivalente a 8.100 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono de la atmósfera cada año en el transcurso de 100 años, lo que representa aproximadamente el 15% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero del mundo.[8]

El coste escondido de lo que consumimos

Muchos de nosotros estamos concienciados de que el coche que conducimos y otros transportes que cogemos, como los aviones, contribuyen al cambio climático, porque podemos ver el resultado de la combustión de la gasolina que introducimos en ellos. Hay una relación directa entre lo que vemos y lo que sucede ahí fuera.

Sin embargo, cuando tanto de lo que consumimos se ha separado de nuestra vida cotidiana y no tenemos conocimiento de su proceso de producción, es fácil pensar que no tiene ningún impacto, pues no lo estamos experimentando personalmente.

Somos conscientes del uso del agua en nuestros hogares, intentando ahorrarla (menos baños y más duchas, cerrar bien el grifo…). Somos conscientes de la electricidad e intentamos gastar menos y en las horas menos críticas. Somos conscientes de los envases en los que vienen los productos que compramos y buscamos alternativas más ecológicas, como la compra a granel, y así con muchas cosas del día a día. Cada vez somos una sociedad más consciente y eso es indudable.

Sin embargo, ¿qué sucede con todos aquellos productos y servicios que usamos sin conocer su coste, porque no lo tenemos delante?

Pues que, en muchos casos, parece que no existe. Nos preocupa el impacto del agua de la ducha (unos 200 litros) y desconocemos que en una hamburguesa promedio se consumen 3140 litros de agua.[12]

No podemos ver la cadena de montaje por la que pasan los pantalones que llevamos puestos. Unos pantalones vaqueros consumen unos 10,000 litros de agua, agua que no vemos cuando la compramos ni aparece en ninguna etiqueta. Con el agua de unos únicos pantalones podría vivir una persona durante 10 años.[13] Tampoco vemos el enorme coste medioambiental de los móviles, los ordenadores, los coches, o el de la casa en la que habitamos (la industria del cemento contribuye un 8% de los gases de efecto invernadero).[14]

Lo mismo sucede con los alimentos que consumimos. Su coste medioambiental está escondido para nosotros y, por tanto, no podemos tomar decisiones informadas al respecto.

La buena noticia es que la información es poder y cada vez somos más personas tomando partido a favor de la Tierra.

Te voy a dar unos pocos datos. Un solo día de una dieta basada en plantas, de media, ahorra: 4200 litros de agua, 2.8 m2 de bosque, 9,1 kg de dióxido de carbono y 20,4 kg de cereales. [15]

La agricultura también consume recursos hídricos y tierra, generando a su vez gases de efecto invernadero, pero hay una gran diferencia entre los alimentos de origen animal y los de origen vegetal:

  • La carne de una hamburguesa de ternera consume unos 2184 litros de agua, emplea 3,4 m2 de tierra y emite 3,7 kg de CO2. En comparación, una hamburguesa de un sustituto de la carne a base de proteína vegetal, como las de la marca Beyond Meat, supone 110 litros de agua, 0,3 m2 y 0,4 kg de CO2. (Lo que no implica que estas hamburguesas sean saludables, solo preferibles a nivel medioambiental). [16]
  • De media, las emisiones de los productos de origen vegetal son 10-50 veces menores que las de origen animal.[17]
  • En un hipotético escenario en que para el año 2050 el sistema alimentario hubiera completado la transición a uno basado en plantas y destináramos las tierras agrícolas que ya no necesitamos a la regeneración de los bosques, las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirían a un tercio de lo esperado según los pronósticos actuales y se mantendría la subida de temperatura a 1,5ºC. [18] También se estima que esto reduciría la mortalidad general de la población en un 6-10%. [19]

Con estos números en tu mano, sabes que cada día puedes contribuir no solo a mitigar el cambio climático sino también a cuidar de la salud de la Tierra de muchas otras formas.

Conclusión

La salud de las personas y del planeta en el que vivimos están intimamente ligadas.

La misma elección puede contribuir a la mejora de la salud del ser humano y del planeta: la reducción del consumo de productos de origen animal es parte de lo que constituye la dieta basada en plantas y alimentos integrales no refinados, una alimentación medicinal que no solo previene sino que también revierte muchas de las enfermedades más comunes en Occidente en la actualidad. Esa misma alimentación puede contribuir a sanar nuestro planeta.

El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU advirtió que la crisis climática está a punto de empeorar si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando, y que el futuro del planeta depende de las decisiones que tome la humanidad hoy.

La reducción del consumo de alimentos de origen animal y el paso a una dieta más vegetal forma parte de una acción global, pero no puede ser lo único que hagamos. Es importante hacernos conscientes del impacto que todas las otras industrias tienen en el cambio climático y, en la medida de lo posible, adaptemos nuestro estilo de vida hacia la sostenibilidad.

No todo el mundo puede permitirse dejar el coche ni usar un ordenador anticuado, especialmente si su trabajo depende de ello, pero muchos de nosotros sí podemos escoger al menos en parte cómo nos alimentamos, qué ropa nos ponemos (cada día el mercado de la ropa de vintage y de segunda mano es más grande) y otras muchas cuestiones.

Comparto contigo una gráfica que ilustra el impacto medioambiental de cada alimento (derecha) y su impacto en la salud (izquierda). Como verás, muchos de los productos que más recursos consumen y más contaminan son al mismo tiempo los menos indicados para llevar una vida saludable. Para mí tiene mucho sentido que lo que es bueno para nosotros lo sea también para la Tierra.

Antes de finalizar, quería compartir contigo la fábula del colibrí en el incendio:

Cuenta la fábula que un día hubo un enorme incendio en el bosque.

Todos los animales huían despavoridos, pues se trataba de un fuego terrible que asolaba todo a su paso.

De pronto, los animales vieron pasar sobre sus cabezas al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Les extrañó sobremanera, pero no quisieron detenerse.

Al instante, lo vieron volar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Y pudieron observar este ir y venir repetidas veces, hasta que se decidieron a preguntar al pajarillo:

¿Qué haces colibrí?

Voy al lago —respondió el ave—, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.

Los animales se echaron a reír.

—¿Estás loco? —le dijeron—. ¿Crees que vas a conseguir apagar el fuego con tu pequeño pico y tú solo?

—Bueno —respondió el colibrí— Yo voy a hacer mi parte.

Aunque la fábula no lo dice, me gusta pensar que las palabras del colibrí inspiraron a muchos de aquellos animales que huían a hacer lo mismo. Muchos de ellos con un pico tan pequeño como el del colibrí, algunos con una trompa como la del elefante, pero todos haciendo nada más que lo que les corresponde a cada uno, su parte.

Referencias

  1. “Livestock’s long shadow: environmental issues and options”. FAO: Food and Agriculture Organization of the United Nations. Rome, 2006.
  2. UNEP (2010). “Assessing the Environmental Impacts of Consumption and Production”.
  3. Rao, Sailesh. “Animal Agriculture is the Leading Cause of Climate Change”. A Climate Healers Position Paper, 2019
  4. Sala, Enric, et al. “Protecting the global ocean for biodiversity, food and climate”. Nature 2021, 592, 397-402.
  5. Environmental Protection Agency. “Global Greenhouse Gas Emissions Data”.
  6. WRI/ AII (2020). “Roadmap to Net-zero Delivering Science-Based Targets in the Apparel Sector”.
  7. Gerbens-Leenes, P. W. et al. “The water footprint of poultry, pork and beef: A comparative study in different countries and production systems”. Water Resources and Industry 1–2, 2013, 25-36.
  8. Poore, J. et al. “Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers”. Science. 2018 Jun 1;360(6392):987-992.
  9. Machovina B, Feeley KJ. “Meat consumption as a key impact on tropical nature: a response to Laurance et al”. Trends Ecol Evol. 2014;29(8):430-1.
  10. Wills, Kendra et al. “Where do all these soybeans go?” Michigan State University, 2013.
  11. “Record number of fires rage around Amazon farms that supply the world’s biggest butchers”. The Bureau of Investigative Journalism, 2019.
  12. “This is how much water is in your burguer”. World Economic Forum, 2019.
  13. United Nations Climate Change. “UN Helps Fashion Industry Shift to Low Carbon”, 2018.
  14. Chatham House Report, 2018. “Making Concrete Change: Innovation in Low-carbon Cement and Concrete”.
  15. “Going Veg & The Environment: Making sustainable food choices”. HappyCow, 2018.
  16. Heller, Martin C. et al. “Beyond Meat’s Beyond Burger Life Cycle Assessment: A detailed comparison between a plantbased and an animal-based protein source”. Report No. CSS18-10, 2018.
  17. Poore, J. et al. “Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers”. Science, 2018, 360, 6392, 987-992.
  18. Dunne, Daisy. “Mapped: Where ‘afforestation’ is taking place around the world”, Negative Emissions, 2018.
  19. Springman, Marco et al. “Analysis and valuation of the health and climate change cobenefits of dietary change” PNAS, 2016, 113 (15), 4146-4151.

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